miércoles, 29 de agosto de 2018

Se cumplen 69 años de esta carta de Perón al Doctor Arturo Alessandri




Carta al Dr. Arturo Alessandri 29 de agosto de 1949.

Escrito por Juan Domingo Perón.

Buenos Aires, 29 de agosto de 1949.

Al Senador Nacional Doctor Arturo Alessandri

Santiago de Chile

Estimado Don Arturo:

Acuso recibo de su atenta del 22 de agosto y, confirmando mi cable, me apresuro a contestarle referente al particular que le preocupa.

Es indudable que las noticias transmitidas desde allí por las "agencias noticiosas" han exagerado los hechos, presentando la situación con una gravedad que, según veo por su carta, no es reflejo de la realidad. Los diarios argentinos, sin distinción de colores, han sido inducidos por esas agencias en la exageración que menciono.

Usted sabrá que mi gobierno sólo tiene influencia directa en el diario "Democracia", que habiendo sido de mi señora, obedece a su orientación y a la mía. Es el matutino "peronista" de mayor tiraje (400.000 ejemplares) y este órgano se ha reducido a la información cablegrárica retinaría, sin abrir juicios sobre los mencionados acontecimientos.

Los demás diarios no están sometidos a control alguno, pues la "libertad de prensa" impera aquí merced al postulado constitucional que cumplimos ampliamente. A veces también me pegan fuerte a mí, pero, entiendo que es un inconve­niente que forma parte de la función de gobernar.

"La Prensa" y "La Nación", son diarios de la oposición en manos de la oligarquía argentina y pagos, en forma disimulada, por los intereses foráneos. En ellos no hay posible acción, como no sea la polémica por medio de los diarios que nos son afectos. La "Crítica", antiguo órgano de Botana, hoy propiedad de la esposa de éste, con tendencia comunoide, en esta emergencia se ha despachado a favor de su simpatía. "Noticias Gráficas", que pertenece a un consorcio financiero privado, hace sensacionalismo para vender más. "La Razón", que es peronista, no ha publicado sino los cables provenientes de Chile. "El Líder", órgano de la Asociación de Empleados de Comercio, muy vinculados a la de Empleados de Comercio de Chile, ha hecho causa común con ellos y los ha apoyado. "El Laborista", diario clasista, perteneciente a los obreros, ha comentado todo con el espíritu de clase en defensa de los obreros chilenos. Está demás decirle que, como ve, estos órganos sectarios no piensan hacer otra cosa por razones de principios.

"El Mundo" se ha limitado también a la información de los cables recibidos con imparcialidad, según creo. Pertenece a un consorcio inglés. "La Epoca" pertenece al diputado Colom, que es de esos hombres difíciles de controlar y manejar y que, a pesar de ser un excelente amigo y correligionario, como periodista hace lo que quiere.

La radiotelefonía que pertenece a empresas privadas con concesión del Estado, ha transmitido las noticias de los mismos diarios o cursadas por las empresas noticiosas con sede en Santiago de Chile. Sobre ellas el Gobierno tiene un contjol só­lo relativo. La Radio del Estado no ha comentado en forma alguna lo acaecido en Chile.

Como Usted, ve, mi querido Don Arturo, por esta síntesis circunstanciada que personalmente le hago, como resultado de la información que poseo, no ha habido, según creo, una total culpa de nuestros diarios, sino, más bien, una información defectuosa que ha sido aprovechada por algunos para "llevar agua a su molino", por otros para hacer sensacionalismos lucrativos y, por fin, por los que tienen algún resquemor que devolver.

En general, los diarios peronistas han hecho a menudo hincapié en el tono un tanto peyorativo de la prensa de Santiago, cuando trata nuestros asuntos, y existe un oculto deseo de "volver la pelota" en la primera oportunidad. Según veo interpretaron a ésta como su oportunidad. No hablemos de los diarios comunistas que sé editan en Buenos Aires: "La Hora" y "Orientación", que han tenido sin duda la ocasión de cumplir sus anhelos.

Mi permanente respeto a la libertad de prensa y la prudencia y tolerancia con que actúo en materia de publicidad y opiniones, me permite realizar hoy las gestiones necesarias para que se evite toda exageración y comentarios desfavorables, por lo menos, en los diarios amigos satisfarán nuestra insinuación.

Usted, con su larga experiencia, sabe bien que mal negocio resulta meterse con los diarios. Hasta ahora, salvo pequeños rozamientos, he marchado bien con ellos.

Por otra parte, mi país tiene emigrados políticos, creo que de toda América. No imagina usted lo que ello representa. De Chile hay varios y entre ellos muchos periodistas. Es indudable que en estos días su actividad es grande, y debemos hacer verdaderos esfuerzos para evitar que desde nuestro país aprovechen toda circunstancia para sacar partido.

Desgraciadamente, a todo lo anterior se sumó un hecho inoperante e ingenuo quizá en sí mismo. La señora Figueroa, en una sesión de la Confederación Internacional de Mujeres, trató un poco duramente a los diarios a quienes acusó de libertinaje. Ello fue tomado como un ataque a la libertad de prensa y los diarios arreciaron en sus comentarios. Usted sabe mi querido amigo lo difícil que resulta para la lucha en la polémica periodística. Yo no culpo a la señora Delegada chilena, pues evidentemente su inexperiencia la llevó a decir lo que sentía y quizá aún la verdad. Pero en política no siempre se puede decir lo que se siente, ni la verdad. A menudo, callando se consigue más, si se sabe obrar oportuna y prudentemente.

Es mi pensamiento íntimo que deseo transmitirle, muy confidencialmente a Usted, para que se empeñe en soluciones que nos favorezcan a todos. Le hablo con absoluta franqueza y sincera lealtad. Hace un año o más que la Cancillería chilena

se encuentra empeñada en una lucha contra nuestro gobierno. Las insinuaciones, noticias, consultas, entre Santiago, Montevideo y Río de Janeiro, se suceden sin interrupción. Las confidencias insidiosas, las intrigas, las indiscresiones más o menos voluntarias, permiten que nos mantengamos informados al día de las gestiones. Es indudable que esto, que oficialmente no podemos decir, por la gravedad que entraña, es un secreto a voces en Buenos Aires y ello va creando un clima que se presta a futuras complicaciones en la buena vecindad y aún a acontecimientos de proyecciones difíciles de prever. A menudo la gente cree de buena fe que se puede hacer desaprensivamente "un machiavelismo a bon mercato", pero olvidan que para hacer maquiavelismo exitoso hay que tener algo de Maquiavelo. De lo contrario es más conveniente esgrimir la verdad simple y sin espejismos.

Yo puedo asegurarle bajo mi palabra que mi Gobierno no realiza ni realizará gestiones de ningún orden, ante ninguna Cancillería ni por otros medios aun confidenciales, como no sean los actos serios y responsables que consultan los intereses comunes de nuestras relaciones e intercambio internacional más correcto. Soy enemigo de intrigas y componendas porque bien sé que ello a nada bueno conduce. Los hombres no sirven para guardar un secreto, por eso es que los secretos no existen. Ello sería posible en un mundo donde los hombres no fueran malos y mentirosos y ese mundo tampoco existe.

No deseo prolongar más esta ya larga carta al amigo, volcándole mi corazón y mis inquietudes que las sé también suyas, pero herido por las injusticias y los malos procedimientos. Quiero que sepa que ni aún así, recurriré jamás a imitar a los que profesan tales métodos. En tal concepto, enterado hoy de lo que me informa, no escatimaré nada de mi modesta influencia para solucionar lo que me aconseja y hacerle llegar mi agradecimiento con mi abrazo amigo de siempre.

Firmado: Perón.

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