lunes, 2 de septiembre de 2019

Hace 45 años hablaba María Estela Martínez de Perón en el VII Congreso Mundial de Cardiología




La Presidente inaugurando el VII Congreso Mundial de Cardiología


Palabras vertidas al inaugurar el VII Congreso Mundial de Cardiología, el 2 de septiembre de 1974


Señores congresales, señoras, señores. Es motivo de profunda satisfacción para mí dar la más cordial bienvenida a tan ilustres profesionales de la ciencia médica, que se reúnen hoy, en nuestra ciudad, para asistir al VII Congreso Mundial de Cardiología.
El pueblo argentino y su gobierno, conscientes de la enorme importancia que reviste el presente Congreso, os hacen llegar, por mi intermedio sus deseos fervientes de que el éxito corone vuestros esfuerzos y que del balance de las deliberaciones quede un margen positivo de conocimiento, para que el mundo pueda avanzar rápidamente en su permanente lucha contra la enfermedad y el dolor.
Reuniones como la presente van demostrando, cada día con mayor intensidad, que las premonitorias frases del General Perón presentan su realidad en hechos incontrovertibles. El decía que las fronteras materiales que separan a los pueblos van perdiendo día a día su consistencia y valor, en la medida en que los hombres van unificando, comprensivamente, la solidaridad universal y van dejando atrás los prejuicios que milenios de historia han ido acumulando.


Promisoria visión del porvenir


Este avance de la unificación humana está marcando rumbos y pautas hacia una nueva y promisoria visión del porvenir, que hoy nos hace vislumbrar que el hombre será quién romperá las barreras que se ha creado a sí mismo. Por ello creo que es ahora, en este presente de cambios mundiales, dentro de un mundo viciado por la contaminación ambiental, por las tensiones de la violencia, la superpoblación y la superindustrialización, cuando es necesario enfrentarnos definitivamente con la realidad.
Este es el momento en que la raza humana debe colocarse en pie de guerra en defensa de su propia dignidad y del honor y porvenir de todos sus descendientes. Y son, evidentemente, situaciones de tipo universal, las que nos obligan a reflexionar, primero nacionalmente, luego con visión cósmica todo lo universal. Es preciso que los hombres claves, los integrantes de cada una de las disciplinas y profesiones más destacadas de la Raza Humana, se unifiquen solidariamente trabajando unidos, en forma organizada, buscando en común una solución adecuada para nuestros acuciantes problemas mundiales; siempre con la mirada puesta libremente en la esencia humana, como meta inicial y como proyección final de todos nuestros esfuerzos.
En esta gigantesca tarea que el destino nos depara, le cabe a la medicina y en forma preponderante a vuestra específica especialidad, una responsabilidad importante dado que las enfermedades cardiovasculares, constituyen la plaga más grande que amenaza a la humanidad, tanto por su gran mortandad como por las invalideces que ocasiona.
Nuestro gobierno, consciente de los esfuerzos que los médicos cirujanos y científicos realizan, han brindado su máximo apoyo a toda inquietud que pudiera aportar un beneficio a  quienes sufren. Por ello consideramos de gran valor el intercambio de conocimientos y de experiencias, tal como los que ustedes, destacadas figuras de la profesión, pueden aportar a miles de jóvenes ávidos de adquirir elementos de juicio que les permitan transitar por un sendero libre de inobjetividades científicas.


Trabajo integrado y armónico


Simbólicamente una nación se asemeja en mucho a la organización matemática del corazón humano. Si todas las partes que lo integran trabajan armónica y normalmente, es de apreciar que la salud del sistema demostrará fehacientemente su óptima situación.
Verdaderamente, la unidad de una perfecta integración organizada del conjunto corporal, permitirá arribar a una longevidad productiva total plena de vitalidad. Nunca el esfuerzo aislado de una parte orgánica cimentará la salud del cuerpo unitario.
Esto que vive dentro de cada cuerpo humano, también es válido para el conjunto nacional. En una Nación también es preciso que el conjunto actúe y funcione en plena armonía, para lograr un crecimiento evolutivo acorde al esfuerzo comunitario. Así como un corazón mantiene sus ciclos completos con el desenvolvimiento y equilibrio de sus diferentes movimientos, los cuales, sucediéndose rítmicamente, llevan al músculo cardíaco de un estado de reposo a un estado de contracción y luego nuevamente, al estado inicial de pasividad, pero en ese accionar, algo evidente a la profundización filosófica, aunque los tiempos rítmicos son similares en un estado normal, el paso de la naturaleza, en su trajinar cósmico, no será jamás idéntico. Ello se justifica en el simple hecho de que el universo gira y se traslada por el espacio sideral en que cada día contiene en sí mismo situaciones diversas que actúan sobre el ser humano en que el factor climático influye y determina estados de conciencia que difieren en la psicología humana y miles de facetas diversas que pueden influir, arbitrariamente, sobre el libre albedrío lógico del ente humano.
Por ello manifestamos humildemente que las formas de expresión de la vida de un pueblo y la de un electrocardiograma pueden ser, al análisis cotidiano materializado la interpretación sintomática de un estudio estacionario.
Pero es preciso comprender también que el espíritu que anima estas respuestas materiales será siempre diferente en sus valores eternos del plan divino universal.


La Tercera Posición


El corazón, símbolo de vida por razones vitales y símbolo del amor por razones filosóficas, expresa con profunda seguridad como es posible aplicar como ejemplo admisible la Tercera Posición política del señor General Perón, sin perder la visión de la vida única que lo abarca y dimensiona a todo el conjunto. Esta Tercera Posición, que permitirá a los pueblos del mundo vivir en paz y gozando de una libertad cimentada en su propia determinación. Ello representa a la verdadera democracia, donde el gobierno es elegido por su pueblo, hace lo que su pueblo quiere y su interés es el del pueblo que lo eligió. Es una vieja verdad cristiana filosófica en la que todos, viviendo en una comunidad organizada, tienen conciencia clara de que el derecho individual termina donde comienza el derecho del prójimo y comunidad organizada quiere decir trabajar en paz, con felicidad, sin abandono estatal, con comprensión humana y con respeto al Ser que todo lo posibilita, como expresión ideal de lo que el Divino Creador nos legara.
Con el permiso de las altas figuras científicas y, en especial, de la cardiología mundial, quiero plasmar mis palabras en una especie de simbología, tomando como elementos de juicio al corazón a una nación. El órgano cordial se compone, evidentemente de una unidad formada por dos corazones, al igual que lo vive también nuestra propia Nación. Dentro de la unidad tiene el corazón humano estrechamente ligados para una pervivencia total, a un corazón derecho compuesto por la aurícula y el ventrículo derecho y a un corazón izquierdo compuesto por la aurícula y ventrículo izquierdo. Con estas dos facetas de un mismo todo, el órgano humano funciona como una bomba aspirante e impelente, cuya energía es proporcionada por la contracción del propio músculo cardíaco. La Nación tiene también sus derechas e izquierdas que, actuando en diferentes intensidades, desde la oposición literaria a la violencia incontrolada, olvidan la necesidad imperiosa de poder subsistir viviendo en la Tercera Posición, aquella donde el centro unificador que posee acumula y recibe la energía del Pueblo, consolidada en una posición netamente patriótica, actúa como el músculo cardíaco de la Nación, equilibrando exactamente el correcto fluido del precioso líquido vital que permitirá a su pueblo una larga vida, sana y feliz.
Con esta, un tanto irrespetuosa aplicación de la terminología médica he querido expresar a ustedes, hombres destacados de la ciencia médica del mundo como es posible enfocar el pensamiento de la profesión, llegando a visualizar la enorme importancia que vuestros conocimientos pueden tener para un mundo expectante que angustioso y vencido desea fervientemente que sus figuras relevantes le indiquen el nuevo modelo de vida que les permita vivir sin dolores ni angustias permanentes.


Terminar con la esclavitud


Los hombres que han llegado por su esfuerzo y la colaboración familiar, particular o estatal, a ocupar un puesto destacado dentro del concierto de la raza humana, deben colocar la pirámide de sus propios valores, que es preciso mirar profundamente dentro de la sombra permanente de la conciencia, para buscar la respuesta divina, la cual exenta de pasiones, vanidades o situaciones de privilegio, podrá mostrar con tremenda crudeza que todos hemos podido arribar a puestos de preeminencia gracias al sacrificio de millones de seres ignorados, en un anonimato infamante, que anhelan verse comprendidos, apoyados y defendidos, para terminar con la esclavitud del dolor, de la enfermedad, de la insatisfacción y de los estados de insectificación que hoy padecen en este maravilloso mundo moderno donde cada día más luces brillan con mayor intensidad y las almas se oscurecen mas.
Nuestro General Perón decía, con su genialidad premonitoria: "la vida civilizada y la economía se estancan cuando falla la organización de las células que la componen"
Es extraño pero al corazón le ocurre lo mismo.
No deseo abundar en pensamientos filosóficos; quiero expresarles una vez más que estoy plenamente segura de que este importante intercambio cultural, adornado por la alta jerarquía de los problemas científicos a dilucidar en este Congreso, pero aunando la envergadura profesional de todos los participantes, asegura el éxito de la presente reunión de cardiología y sus especialidades.
Tengo la plena certeza de que estas deliberaciones serán un medio eficaz para despertar el interés de la opinión mundial, contribuyendo a reforzar esta amplia y magnífica cooperación internacional, tan necesaria para el bienestar físico, mental y social de todos los seres que conforman la raza humana.
Vayan mis mejores deseos para que vuestra estadía en la patria de los argentinos les sea grata y queden ustedes hermanados en una extensión de vuestro propio hogar familiar. Nuestra nación os cobija fraternalmente. Los vínculos que nos unen están forjados por el servicio a la humanidad.
Quedan desde hoy abiertas las puertas del país para que todas las inquietudes de los científicos, médicos y profesionales del mundo puedan hallar en nuestra tierra una tribuna libre donde exponer sus conocimientos con amplitud, cuando los mismos tengan por meta el bienestar del ser humano en su extensión  universal.
Nuestro gobierno justicialista apoyará, en la medida de sus posibilidades, todo aquello que sirva para mitigar el dolor o la miseria de los seres humildes que en el mundo aún padecen la injusticia y la incomprensión.
No hacemos distinciones de raza, religión o ideología; solamente vemos, en cada ser humano a la representación de Dios en la humanidad. Muchas gracias.

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