Mensaje en el día de la industria
Discurso pronunciado en el acto de celebración del Día de la Industria, el 2 de septiembre de 1974
Señores:
No he querido dejar de estar presentar en esta fecha recordatoria en la cual las fuerzas de la industria se reúnen para afianzar los lazos de unidad que el país necesita de todos los argentinos, al fin de avanzar en el proceso de reconstrucción nacional en el que estamos empeñados.
La vida industrial
La vida se nos presenta como un enorme engranaje donde cada uno de los dientes que lo conforman ocupa la posición de mayor importancia cuando el movimiento de la máquina lo coloca en su punto justo de actuación.
Hasta que ese momento llega, el diente del piñón pareciera configurar a un ser anónimo y hasta inoperante, pero es evidente que su presencia es necesaria para la armonía y el funcionamiento del conjunto.
Ello quiere simbolizar, en vuestro idioma industrial que si la Nación estuviera representada bajo la forma de un Gran Engranaje, aunque cada uno de sus dientes fuera construidos con diferentes aleaciones metálicas como características de pensamiento la unidad y solvencia del conjunto permitiría un perfecto funcionamiento que redundaría en una correcta producción.
La vida de los pueblos suele coincidir con este esquema, puesto que los ciclos evolutivos marcan sus etapas de brillantez y progreso, pero también sus caídas y sus desastres. Por ello no ver en el momento propicio la realidad y no obrar en consecuencia, sería un error histórico que el futuro y nuestros descendientes no nos perdonarían.
Dentro de esa vida cíclica de los pueblos, pueden los hombres mantener sus ideales y sus posiciones políticas en lo personal pero cuando en la Nación se produce la yuxtaposición del diente del engranaje y su ranura, es preciso que todos unidos apliquemos nuestro pensamiento y esfuerzos para cubrir al unísono el paso que justifica nuestra presencia en la Humanidad.
Esta evolución natural de los pueblos, al igual que los parámetros de vuestras estadísticas industriales, financieras o económicas, va marcando la trayectoria del avance de la raza humana dentro del concierto mundial otorgando en el diagramado del tiempo la línea ascendente o descendente, y aún la estacionaria, del país en cuyo ambiente nacional se desenvuelve el paso de la divina providencia.
Labrar la grandeza de la patria
Trabajemos duro en este presente promisorio de la República, sin dejar que las pasiones incontroladas o las ambiciones desmedidas cieguen nuestro entendimiento. Labremos entre todos la grandeza de la Patria, brindando a la posteridad una tierra fértil y productiva, donde la rectitud de nuestros procedimientos sea el timbre de honor que demos como legado a esa juventud argentina que todo lo espera de nosotros.
En las últimas semanas he tenido la gran satisfacción de presidir actos de suma trascendencia para la vida del país. De mis reuniones con la CGT y el Gabinete Nacional, conjuntamente con el equipo económico, surgió la resolución fundamental de poner la comercialización de los derivados del petróleo en manos de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, que es para nosotros el eje de la política de liberación energética nacional.
Juntos el capital y el trabajo.
También me correspondió presidir un acto de simbolismo histórico muy grande, como lo fue lanzar los primeros 23 proyectos de desarrollo industrial de acuerdo con la ley qué votó nuestro Congreso del pueblo. En esa reunión, como no podía ser de otra manera, estaban juntos los hombres de la CGT y de la CGE viendo como cumplíamos con el Plan Trienal y la política de desarrollo interior, que forma parte esencial de nuestro plan de gobierno.
Finalmente, el día viernes pasado tuve la oportunidad de clausurar la Tercera Reunión de Gobernadores, donde con gran satisfacción advertí que la decisión de seguir al pie de la letra el mandato que el General Perón nos ha legado no estaba sólo en el Poder Ejecutivo Nacional sino que fue expresada en forma rotunda y solidaria, en un documento que enorgullece al país, por todos los señores Gobernadores de Provincias.
Esta acción de las grandes mayorías nacionales, políticas, obreras y empresarias demuestra que es muy poco lo que han podido cosechar los apóstoles de la violencia, que buscan desorganizar al país deteniendo sus fábricas y convulsionando a sus trabajadores.
Una CGT unida, una CGE unida y los Gobiernos del Pueblo, muestran a las claras que a la violencia, el país ha respondido con la amalgama de todas sus fuerzas progresistas, que no están dispuestas a ceder un milímetro en la lucha por la reconstrucción y la liberación nacional.
No daremos un paso atrás
Como he dicho al clausurar la Reunión de Gobernadores, no daremos un paso atrás en el camino justicialista que con el General Perón hemos emprendido ni admitiremos que nuestras banderas de paz y de concordia, de progreso nacional y de reconstrucción y liberación puedan ser mancilladas por los pregoneros de la intolerancia y la violencia.
Estamos ubicados claramente en el punto justo donde la Justicia Social no admite ni apresurados, ni retardatarios. Estamos junto a la Patria, con sus tradiciones y con el mismo sentimiento que abrigaron los próceres de mayo.
Mi decisión como Jefe del Estado está tomada. Mis energías retempladas y mi voluntad firme, para alcanzar la meta trazada por el General Perón para la liberación nacional. Mi mano no ha de temblar, en ningún momento, para concretar - paso a paso - los grandes objetivos económicos, sociales y políticos que inspiran nuestra acción de Gobierno.
Es por ello que hoy he querido hacerme presente en este acto tradicional, en el cual los industriales de todo nuestro país; y no sólo del Gran Buenos Aires, se reúnen para comulgar su fe con el progreso económico y social de nuestra Patria.
Después del Acta de Compromiso Nacional que rubricó el Acuerdo Social, estos actos han pasado a tener una trascendencia muy diferente. Han dejado de ser celebraciones parciales de los hombres de un sector para pasar a ser verdaderas celebraciones de las comunidades de la industria y el trabajo nacional, porque sabemos que no hay empresas poderosas con obreros empobrecidos, ni obreros de alto nivel de vida en empresas sin rentabilidad.
Semana tras semana estamos aprobando nuevos proyectos de desarrollo industrial para provincias argentinas, pues - según ley del Congreso - sólo auspiciamos industrias más allá de los 60 kilómetros del gran Buenos Aires.
Gobernar es industrializar el interior.
Es que para nosotros gobernar es también poblar de industrias el interior del país. Ello significa progreso económico, pero también y fundamentalmente progreso social y cultural. No es casualidad que, juntamente con esta acción de poblar de industrias el interior del país, estemos desarrollando una acción de similar intensidad en salud pública y plan de viviendas para las mismas áreas porque - en definitiva - lo que todos buscamos no es que los hombre estén al servicio del Estado, sino que el Estado esté integralmente al servicio de la plena realización del hombre y de la familia argentina.
En este Día de la Industria Nacional deseo también expresarles que los industriales argentinos deben tener confianza en este Gobierno, que les brinda el marco de seguridad necesario para el logro de sus objetivos empresarios. Sabemos que están siendo objeto de ataques de la subversión, cuyo objetivo es paralizar la producción y la industria nacional.
La reunión de Gobernadores ha servido para que hablemos claro sobre la forma de terminar con esta acción antiargentina y - por otra parte - he dado instrucciones precisas, que se están cumpliendo, para que los Ministerios de Trabajo, del Interior, de Defensa y de Economía, actúen en forma coordinada para que el desarrollo y la seguridad nacional no sean interferidos por la acción de las minorías extremistas de derecha o izquierda.
Los que no admiten la independencia
Pero seguimos estando alerta, porque la tarea no será fácil. Cuanto más avanzamos, mas irritamos a nuestros enemigos de adentro y de afuera, que no admiten ni nuestra total independencia para comerciar con todas las banderas del mundo, ni nuestra acción decidida para terminar con los privilegios internos, manejados por los comisionistas de la dependencia y del colonialismo.
Es por ello que el Acuerdo Social de empresarios y trabajadores, que exalté como ejemplo mundial en mi mensaje a la OIT merece ser mantenido con toda firmeza y solidaridad, puesto que sus resultados expresan prácticamente las bondades de un sistema que ofrece, para la prosperidad de un país, el hecho innegable de la armonía resultante entre la vitalidad del trabajo dignificado, la honesta industrialidad del empresario y la rectitud económica del Estado.
La filosofía del Pacto Social ya se ha extendido a todo el país, habiéndola recogido todos los Gobiernos de Provincia en un Acta que demuestra la madurez y la unidad, detrás de esa línea rectora y donde reafirman la plena vigencia de ese Acuerdo de histórica repercusión.
Señores empresarios y trabajadores que me acompañan: Está bien que este día sea un día de regocijo y de fe en el país por todo lo que hemos hecho en esos 15 meses de Gobierno al servicio de lo nacional.
Por yo entiendo y reclamo que también sea un día que exalte nuestra firme voluntad de enfrentar juntos tanto las horas felices como las difíciles que nos aguardan en este duro pero irreversible camino de la liberación que respaldan millones de argentinos.
Ese es el compromiso formal que reclamo de ustedes en este instante cuando, como Presidente de la Nación Argentina, expreso mi satisfacción por la tarea que están cumpliendo con vuestras provincias y con el país.
Quiero finalizar esta exposición rogándoles quieran ser portadores de mi saludo fraternal a los hombres de trabajo y de empresa de cada una de vuestras provincias. Privilegiado es nuestro País cuando un Jefe de Estado puede recurrir a sus empresarios para llevar un mensaje fraternal a los trabajadores argentinos y a los trabajadores argentinos para ser vehículo del mismo mensaje de solidaridad a los industriales de todo el país.
Que lejos estamos hoy de la capacidad para interpretar la función política de aquellos dirigentes y que distancia separa a estos agentes nativos al servicio del imperialismo de los que, como Isabel Peron seguían un proyecto nacional.
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