viernes, 30 de agosto de 2019

Se cumplen 45 años de este duro y contundente mensaje de María Estela Martínez a los Gobernadores







Palabras pronunciadas en ocasión de la clausura de la Reunión de Gobernadores.


Señores gobernadores; señores; no voy a abundar en consideraciones, por cuanto creo que todo lo que tenía que decir lo he expresado el primer día, al iniciarse esta Reunión de Gobernadores. Pero sí quiero en esta oportunidad expresar mi agradecimiento a todas las actitudes presentes y futuras. Estoy absolutamente segura que lo haremos todo en conjunto por el bien y la grandeza de nuestra Patria, por el bien y la grandeza de todos los argentinos, por el bien y la grandeza de esta unión nacional, tan importante y trascendental, no sólo para la República Argentina sino también para el continente latinoamericano.
También quisiera decirles que nosotros, los justicialistas, somos como bien lo dice nuestra doctrina, profundamente cristianos y profundamente humanistas. Personalmente deseo que el gobierno de la Nación, junto con todos ustedes, continúe, como decíamos ayer, esta unidad que, por sobre todas las cosas, debe ser hecha no sólo con raciocinio sino también con algo que es muy importante: el sentimiento y el corazón.


Trabajamos para el futuro. 


Nosotros estamos trabajando para un pueblo, para un país, pero, por sobre todas las cosas, estamos trabajando para los hombres y las futuras generaciones. Nuestra obligación moral es que cada uno de nosotros tome la responsabilidad que su cargo implica, pero que no lo haga simplemente porque es un gobernador o jefe del Estado, sino sopesando que está trabajando como si fuera para su propia familia, para sus propios hijos. Debemos llegar a hacer una Patria donde no nos interesen solamente nuestros propios hijos sino los hijos de todos.
Nuestro gobierno no será jamás un gobierno frío, porque, como dije anteriormente, debemos pensar con humanidad, con criterio, tomando muchas veces decisiones con el corazón ardiente y el cerebro frío, pero siempre pensando que todo el país está al servicio del hombre.
Señores gobernadores: nosotros queremos trabajar con hechos y no con palabras, queremos decirle al pueblo: cumplimos pero cumplimos como debe hacerlo un gobernante, con fe, con honestidad, sin pasiones, "todo en su medida y armoniosamente". Es menester que cuando cada uno de ustedes llegue a su provincia, se ponga una mano en el corazón y piense que por cada acto de gobierno tendrá que rendir cuentas, en el futuro, a la Patria y a Perón.



Demostrar nuestro justicialismo


Este es un gobierno justicialista y como tal lo debemos demostrar porque así, como la decencia, no solamente hay que decirla sino demostrarla, nosotros los justicialistas, tenemos que demostrar que no hemos luchado durante veinte años para entregar nuestras banderas a nada que no sea nacional.
Señores gobernadores: como he dicho los otros días soy una mujer y como tal puedo comprender todas las equivocaciones del ser humano, porque yo también las tengo, por ser un ser humano. Pero no me va a temblar la mano ante nadie que por miedo o ambiciones desmedidas o pasiones incontroladas quiera entregar nuestras banderas; eso no lo voy a permitir.
Soy una mujer. Es cierto. Perón ha dejado sobre mis hombros una muy larga y pesada tarea. Pero él sabe - desde donde está - que Isabel Perón, o Isabelita, como él decía, jamás va a permitir que nada, ni nadie lleve a la Argentina a donde no debe estar.
Todos los argentinos tienen la obligación moral y espiritual de velar por su Patria, porque también están de por medio sus hijos, sus familias y pensar con esa grandeza maravillosa que tuvo Perón para su país.
Cada uno de nosotros debe hacer un examen de conciencia y pensar si está cumpliendo con la Patria y con las futuras generaciones y que le vamos a dejar a nuestros hijos. Si bien es cierto que yo no tengo hijos propios, me siento madre de todos los hijos de esta argentina.
No quiero hacer nombres pero ustedes son lo suficientemente inteligentes como para saber a quienes van dirigidas mis palabras.
Soy custodia del patrimonio de la Patria. Y, si bien es cierto que ese patrimonio Perón no me lo ha dejado a mí sino al pueblo argentino, tengo la obligación moral de preservarlo. No debería tener dos minutos de vida si no fuera lo suficientemente consciente como para cuidar ese patrimonio por el que tanto luchó, bregó y por el que tantas circunstancias tuvo que pasar el General Perón, obteniendo así, con su bendita grandeza, este encuentro real entre todos los argentinos.
Cada uno de ustedes aquí presentes, al llegar a sus provincias, lo primero que debe hacer - no los estoy regañando - es su examen de conciencia, saber realmente que es lo que se puede hacer.
Tengan plena seguridad que se encontrarán por parte del Gobierno de la Nación, el más amplio apoyo. De paso, quiero también decirles, que personalmente y en la medida en que el tiempo me lo permita, visitaré a todas las provincias, sin excepción. Además, todos los gobernadores podrán venir a la Capital Federal y no tendrán que estar esperando cinco ni siete días para que se los atienda, sino que se lo hará como corresponde a un gobernador, en forma inmediata.


Acentuar la austeridad


Aprovechando esta oportunidad no está demás que lo diga, el General Perón siempre decía que es necesario en esta situación de emergencia por la que atraviesa el país, que tengamos un poco mas de austeridad, porque resulta que la austeridad siempre se la pedimos al pueblo. Cuando hay que apretarse los cinturones, se lo decimos al pueblo y él se los aprieta.
Dentro de nuestras grandes necesidades pienso que hay muchas cosas que son superfluas y que si las dejamos de lado ese dinero que sale del país en cosas que no traen ningún provecho, debe ponerse al servicio del pueblo para que puedan realizarse obras para él.
El otro día dije que la austeridad iba a comenzar por la cabeza y comenzará por la cabeza. Para ello es necesaria una coordinación y coherencia entre todos nosotros, que será fundamental e importante.
Este acto debía cerrarlo el señor Ministro del Interior, pero yo no quería dejar solamente las palabras escritas en un papel, sino manifestarles lo que siento profundamente en el fondo de mi corazón. Les vuelvo a agradecer vuestra presencia y a decirles - aunque parezca temática - que cuando lleguen a sus provincias hagan, como hago yo de noche cuando llego a la almohada, a pesar del cansancio, me pregunto qué acto, pudiéndolo haber hecho, no lo hice durante el día y que cosa puedo hacer mejor en el día de mañana. Si todos los días nos hacemos esa misma pregunta, aunque a veces parezca que no, nos vamos a encontrar con que dejamos para mañana lo que se pudo hacer hoy.
Ustedes saben que estas puertas, que son las de su casa, están abiertas, no fríamente sino con el cariño y el afecto que todos nosotros nos profesamos mutuamente.
Muchas gracias, que tengan un feliz reencuentro en sus provincias y roguemos a Dios para que muy pronto podamos todos juntos decir que, a pesar de tantas dificultades, le podemos legar a la juventud un futuro promisorio y no esta especie de desorientación que existe en las actuales circunstancias, naturalmente fomentada y dirigida por causas extrañas a nuestra nacionalidad


María Estela Martínez de Perón - 30 de agosto de 1974

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